Cuando un hombre alemán de 39 años experimentó suficientes náuseas, vómitos y dolores de cabeza como para correr a la sala de emergencias, los médicos del Hospital Universitario de Colonia hicieron un descubrimiento sorprendente: su sangre contenía tanta grasa que se había convertido en un sustancia espesa y lechosa.
Era un signo claro del síndrome de hiperviscosidad, en el que la sangre se espesa de forma anormal, y rápidamente llevó a los médicos a acordar la plasmaféresis como el único tratamiento lógico.
¿Cómo cambia la viscosidad con la temperatura?
Este proceso esencialmente extrae sangre del cuerpo para que los médicos puedan eliminar los triglicéridos que causan la viscosidad. Luego, los médicos pueden reinyectar la sangre normal limpia nuevamente en el cuerpo del paciente.
Sin embargo, este no era su caso estándar de hiperviscosidad, ya que el recuento de triglicéridos del paciente era asombrosamente 36 veces mayor que el nivel máximo 'muy alto', escribió ScienceAlert . No obstante, los médicos siguieron adelante con la plasmaféresis.
En un giro impactante de los acontecimientos que los médicos dijeron que nunca antes habían experimentado, la sangre del hombre era tan espesa y lechosa que cuando intentaron extraerla de su cuerpo, obstruyó el filtro de plasmaféresis del hospital, dos veces.
Dadas estas circunstancias sin precedentes, se requirió un curso de acción alternativo para aliviar a este hombre de su obstrucción interna inducida por la sangre.
Lo que era seguro en esta coyuntura era que las náuseas, los vómitos y los dolores de cabeza del paciente se derivaban de su hipertrigliceridemia, pero aún quedaban dudas sobre cómo, exactamente, logró alcanzar niveles tan asombrosos.
Los médicos rápidamente plantearon la hipótesis de que la 'cascada de eventos' que condujo a este punto incluía la obesidad del hombre, la dieta poco saludable, el uso indiferente e irregular de su insulina para tratar su diabetes y una posible predisposición genética.
Para hacer las cosas aún más asombrosas, el paciente, que esencialmente no respondía en este punto, estaba a un mero punto en la escala de coma de Glasgow de ser clasificado como en estado vegetativo.
La solución que se presentó como la única opción restante fue la antigua técnica de derramamiento de sangre, que no ha sido parte de las prácticas médicas comunes desde el siglo XIX. El tratamiento es esencialmente tan básico como sugiere su título, pero no obstante bastante efectivo.
Común en el Antiguo Egipto hace unos 3.000 años, el derramamiento de sangre drena la sangre de un paciente, lo que, en este caso, era en realidad completamente necesario, y no mera pseudociencia o una opción de tratamiento sin educación extraída de la nada.
Extrajeron dos litros de sangre del paciente (la mayoría de los humanos tienen unos cinco litros). El volumen exorbitante se reemplazó luego con un suministro de plasma congelado, una solución salina fisiológica y concentrados de glóbulos rojos.
Esto es lo que salvó la vida del hombre, reduciendo efectivamente sus niveles de triglicéridos y erradicando cualquier síntoma neurológico en cinco días.
Curiosamente, los médicos dijeron que este paciente les había hecho reconsiderar la práctica del derramamiento de sangre y sus usos potencialmente beneficiosos en escenarios del siglo XXI. El equipo médico describió su experiencia positiva con la práctica en el Annals of Internal Medicine diario.
“Si no se puede realizar la plasmaféresis debido a una hiperviscosidad extrema, nuestra experiencia demuestra que la sangría convencional con reemplazo (líquidos) puede ser una alternativa eficaz”, explicaron los médicos en una nota sobre el tratamiento del paciente. 'Hasta donde sabemos, este es el primer informe que describe este procedimiento'.
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